"Aquellos
que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo".
Seguro que
muchos de vosotros habéis escuchado esta frase en más de una ocasión. Y seguro
que también os habéis preguntado a quién perteneció. La dijo ni más ni menos
que Jorge Ruiz de Santayana, uno de los iconos de nuestra historia, aunque también
la podéis encontrar a modo de advertencia triste en uno de los bloques del campo
de concentración de Auschwitz-Birkenau, en Polonia.
Las palabras del filósofo y poeta español indican
que conocer la historia y sus secretos tiene mucho que ver con el conocimiento
de nosotros mismos. Con nuestras victorias y nuestras derrotas. Por eso, La
Quinta Esfera decidió al principio de esta temporada contar con una sección que
nos abriese una puerta casi dimensional, como diría Miguel Pedrero, hacia el
pasado. Y fue entonces cuando llegó ella, siempre con su sonrisa, y con la
ilusión intacta de quien comienza una nueva aventura.
Cuando Sandra Navarro empieza a hablar uno siente
algo parecido a lo que debió sentir Napoleón frente a la grandiosidad de las
pirámides de Egipto. Una sensación maravillosa que recuerda con ternura la imagen del niño
que todos llevamos dentro. El niño que sueña cada noche con conocer un cuento distinto en compañía de su madre o de su hermana pequeña, y que al cerrar los
ojos viaja, feliz, hacia esas otras realidades donde todo es posible y las estrellas se pueden tocar.
La versión alternativa del “Now we are free” de la película Gladiator o la identidad del pueblo más antiguo del mundo fueron solo
el principio de un conjunto de misterios encriptados que solo se pueden
comprender si quien los cuenta tiene auténtica magia. Y la magia, Sandra, es
algo que no se aprende con la experiencia del día a día, ni tampoco haciendo cientos de programas, sino que se encuentra directamente en el corazón.
En el fondo de nuestro corazón.
Lo mismo sucede con la lealtad y la disposición a
estar siempre ahí. Algo que tú bien conoces y que también nos has enseñado. A
veces, lo que te parece un pequeño gesto es en realidad un mundo entero, o quién
sabe, un auténtico universo paralelo, para los demás. Por ello, gracias. Gracias
por venir a ayudarnos en esta tercera temporada, pero sobre todo, gracias por
ser tú.
No sabemos si os habéis dado cuenta, pero en el
logo de LQE, aquél que diseñó Tomás Mora hace dos años, hay
dibujados un sombrero, un cuerpo por definir que recuerda a la sección “Misterios
del Cuerpo Humano” de Coral Melero, y una lupa. La lupa con la que se ven
detalles imposibles de apreciar a simple vista y que algunos historiadores usan
para descubrir misterios eternos. Y si lo piensas, Sandra, verás que en el
fondo todo tiene un sentido, y que de alguna forma siempre estuviste aquí. Siempre te estuvimos esperando.
Contigo, con Coral y los que somos, La Quinta
Esfera está completa.
1 comentario:
Sois un equipo maravilloso...pese a quien le pese,siempre mirando hacia delante,mucha suerte amigos!.
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