25/8/11

El crimen fue en Granada. 75 años sin F. García Lorca


Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.

Así comenzaba el gran Antonio Machado su sentido y particular homenaje a su amigo Federico García Lorca. De un poeta a otro. Quizá, por qué no, el gesto más elegante y distinguido que el granadino hubiese deseado.
Han pasado 75 años desde aquella fatídica mañana del 18 de agosto de 1936 y el misterio continúa sin tener una respuesta clara; con muchos cabos sueltos que el tiempo parece que no puede o no quiere enlazar. ¿Cómo sucedieron los hechos? ¿Es cierto todo lo que se ha contado? Y en ese caso… ¿Dónde están los restos del poeta?
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
¿Qué pensó García Lorca frente a la guadaña que tantas y tantas veces había descrito en sus poemas? Tal vez pensó en Federico y en Vicenta, sus padres; quizá... En algún momento concreto de la Residencia de Estudiantes; en Dalí, Cernuda, Aleixandre… O, simplemente, en todo y en nada bajo el eterno disfraz de la poesía y del teatro; su amor con mayúsculas. El mismo que le había impulsado años atrás a visitar los pueblos y lugares más recónditos para ofrecer cultura a los más pobres y rendir tributo a los clásicos del Siglo de Oro. A Lope y Tirso… A Calderón. Y allí, altivo, frente al pelotón de fusilamiento, sintiendo la brisa fría del despertar sobre la piel y el alma… Cae el hombre y renace Lorca.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
Resulta curioso. Después de 75 años de búsqueda, las investigaciones se estacan y los testimonios se contradicen. Algunos aseguran que su cuerpo todavía reposa en alguna fosa extraña entre Víznar y Alfacar, en Granada; otros, más confabuladores, señalan directamente a la familia Lorca como poseedora de los restos desde casi el mismo instante de su muerte. Lo que no hay duda es que setenta y cinco años después se sigue hablando de un hombre. ¿Qué fue, en cambio, de los hombrecillos que firmaron su muerte? Nada. Ni siquiera el olvido puede acordarse de ellos. A nosotros, sin embargo, nos queda La casa de Bernarda Alba, Yerma, su Romancero gitano… Nos queda, en definitiva Federico. Ahora, y para siempre... ¡Gracias!

... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
Nota: LQE se reserva un programa para ahondar en los misterios del poeta granadino. Intentaremos ofrecer toda la información, y sobre todo, hacer un pequeño homenaje a este gran hombre que dio a todo un país y al mundo lo mejor que tenía: su poesía.

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