6/3/11

LQE. Los Archivos Secretos



El epitafio, breve, es estático frente al paso del tiempo. Es el último recurso de la desesperación para lograr que la larga mano del olvido no acampe de nuevo sobre lo que es justo.
El 22 de julio de 1975 se escribía una de las páginas más terribles de las últimas décadas en España. "Aquí mataron a cinco" era mucho más que una advertencia.
Cinco crímenes, ningún culpable. ¿Quiénes fueron los asesinos? ¿Acaso no dejaron ninguna huella en la escena del crimen?

(De izquierda a derecha: Juana Martín, José González, Manuel Zapata, Ramón Parrilla y Asunción Peralta).

A esta última pregunta debemos responder que sí, que evidentemente los asesinos dejaron pruebas. La pieza de la empacadora con la que fueron agredidos Manuel y Juana descansaba encima de la cama del dormitorio principal. Entonces... ¿Qué pasó? ¿Por qué no se utilizó esa prueba para identificar las huellas de los culpables?


La respuesta a esta cuestión es más sencilla de lo que a primera vista podría parecernos. Para empezar, Paradas, el pueblo al que pertenecía el cortijo Los Galindos no disponía de medios suficientes para llevar a cabo una gran investigación criminal. El cuartel de la Guardia Civil era entonces bastante pequeño; hasta tal punto es así que los textos que hemos examinado se refieren a el con el diminutivo de cuartelillo para indicar que se trataba, efectivamente, de una institución con pocos efectivos. Allí nunca pasaba nada.

Pero esto no lo es todo. Cuando a partir de las 4 de la tarde del 22 de julio, los habitantes de Paradas se enteraron de que algo extraño estaba pasando en el cortijo de los marqueses de Grañina, varios grupos de personas se lanzaron prestos por el camino de El Palomar en dirección a la finca. Allí, sobre todo en los primeros días tuvieron total libertad para acceder a todo el recinto, con las consecuencias negativas que ello conlleva. Muchas pruebas fueron tocadas por diferentes manos y trasladadas de un sitio a otro (entre ellas el diente de la empacadora) y así fue imposible efectuar un análisis científico posterior, tanto dactilar como criminalístico. Aún así, lo que se sacó en claro con el paso del tiempo fue que al menos dos hombres estaban implicados en aquel crimen. La razón era evidente: los restos de sangre indicaban que el cuerpo de Juana Martín habia sido alzado (por manos y pies) en un momento concreto y depositado en el interior del dormitorio principal, donde fue encontrado por el cabo Raúl Fernández y un guardia civil.


Han pasado los años, más de treinta, y el crimen ya ha prescrito. Parece que el silencio poco a poco va ganando terreno. Atrás quedaron las miradas desconfiadas entre los vecinos de Paradas y las noches de dolor e incertidumbre de los familiares.
Nosotros, con nuestro programa, hemos querido honrar la memoria de Manuel, Juana, José, Asunción y Ramón sin la intención de polemizar. Tal vez sea una pequeña pincelada a esa pared blanca en la que el tiempo un día escribió: "Aquí mataron a cinco".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bufff... me bajé el otro día un podcast vuestro... Vaya tela, triste imitación del programa de Iker. Dadle alguna vuelta más al coco, de verdad. Ánimo, seguro que encontráis cosas y maneras de hacer radio más originales!

La Quinta Esfera dijo...

Tomamos nota. ¡Gracias por escucharnos! Intentaremos seguir creciendo con cada caso, con cada programa. ¡La ilusión es máxima!

Fran dijo...

Seguid así, que entreteneis y encima informais.. Y lo que queda :D

La Quinta Esfera dijo...

¡Muchas gracias, Fran! Nuestro objetivo es ese, aprender cada día un poquito más e intentar que la gente disfrute con nosotros.